Mujer iroqués

domingo, 3 de junio de 2012

¿QUÉ SABEMOS DEL PASADO? Escepticismo y paleontología (II)



Los hábitos de una especie extinguida son muy difíciles de estudiar. Hay ocasiones en que la conducta, o al menos partes de la conducta, fosilizan. Las icnitas (huellas fósiles) nos hablan de los patrones de desplazamiento de los animales (si formaban o no grupos, si sus pistas se cruzaban o iban paralelas, si las manadas tenían ejemplares de diferentes edades…). La dentadura, los gastrolitos (piedras de digestión, como en las mollejas de las aves), los coprolitos (ñordos fósiles) y los restos del contenido estomacal nos permiten averiguar cosas sobre la dieta  y los modos alimentarios. Las zonas de puesta y nidificación permiten deducir datos sobre la reproducción. A veces se cometen errores: Oviraptor fue encontrado cerca de unos huevos fósiles y se supuso que los estaba robando, de ahí su nombre. Durante décadas se le representó mangando en nidos ajenos, pero fósiles posteriores demostraron que esos primeros restos correspondían a una madre que murió defendiendo su nidada. El nombre, tan injusto, ya no se puede cambiar, pero sí ha cambiado el modo de representarlo, o al menos yo lo intento (como puede verse en la imagen que abre este post)

Hay fósiles realmente extraordinarios, como los ictiosaurios que murieron pariendo a sus crías, lo que señala su ovoviviparismo; el de los dinosaurios combatientes del Gobi, gracias al cual sabemos que velociraptor (que pese a las exageraciones del cine no pesaba más allá de 20 o 30 kilos)  era en cualquier caso un animal capaz de matar, y protoceratops, apodado la oveja del cretácico, no era ni mucho menos una presa indefensa. O Meilong, cuyo cadáver nos habla de comportamientos avianos en el cretácico inferior.

La anatomía nos permite deducir cosas sobre el comportamiento, como las posibilidades de movimiento o la capacidad de visión. La posición de los ojos nos dirá si podían ver de forma binocular, el tamaño de las cuencas está directamente relacionado con la capacidad de ver por la noche o en aguas profundas…Otros elementos de su esqueleto indican si el animal luchaba de forma activa (cornamenta, garras…) o se defendían de forma pasiva (armaduras, puas, mazas…) Los huesos pueden ser analizados de forma forense y hablarnos de de la vida que llevaría un ejemplar concreto, como en el sorprendente caso de The Big Al.

Podemos inferir algunos datos de forma indirecta. Aquí podemos ver a homotherium, un sable europeo. Es un gran felino, de un tamaño parecido al de una leona, así que recrear su anatomía no supone un problema, más allá de adaptar sus movimientos a unas proporciones diferentes, con predominancia de los brazos sobre las piernas. Lo interesante está en que el análisis de su mandíbula* y sus dientes permiten establecer una hipótesis razonable sobre el modo en que estos animales mataban a sus presas, pese a que hoy en día ningún carnívoro presenta estas adaptaciones.
 
Hemos visto extrapolaciones y deducciones razonables. Más allá nos metemos en la especulación con escasa o ninguna base.  Cuando un autor nos dice que T-rex era un audaz cazador, o un perezoso carroñero,  que los ictiosaurios temían adentrarse en aguas abiertas por miedo a los grandes liopleurodones o que los velociraptores se comunicaban con elaborados sonidos, está elucubrando sin pruebas : el registro fósil no nos dice nada acerca de la actitud de un animal, o sus temores, mucho menos respecto a sus sonidos, si era cariñoso con su prole o simplemente la toleraba cerca. De hecho a veces te encuentras con planteamientos que son contrarios a la evidencia fósil, como en Jurassic Park 3, donde el espinosaurio es presentado como un feroz matador de tiranosaurios, cuando su mandíbula le señala como un pescador al acecho.

No hace mucho salió a la palestra el hallazgo de un Cavernícola homosexual. La sexualidad del difunto se establecía porque se le colocó sobre el lado izquierdo, cuando los hombres eran enterrados sobre el derecho. Se extrapoló la orientación sexual de un individuo del modo en el que fue enterrado,  ya que si se le puso en posición femenina, este esqueleto debía ser de un hombre homosexual. Y algunos textos iban más allá, hablando de travestismo o transgénero. Como mínimo es una afirmación arriesgada, y más cuando no siempre es posible determinar el sexo de una persona en base exclusivamente a su esqueleto. A todo esto ¿Un cavernícola? Hablamos de una cultura agraria de hace unos 5000 años que, como se ve en las fotos del enterramiento, ya hacían objetos de cerámica, así que el término cavernícola** está pésimamente elegido.
 

* Este boestudio fue dibujado por Mauricio Antón, uno de los mejores paleoartistas del mundo, y un reconocido experto en felinos extinguidos.

**Gracias al Paleofreak por llamar mi atención sobre esta curiosa noticia

3 comentarios:

Sr XX terror dijo...

Siempre me ha llamado la atención lo silenciosos que son los lagartos de hoy en día y lo brutalmente ruidosos que son los desgarradores gritos de los dinosaurios cinematográficos.

Evidentemente estamos en pañales y casi todo es suposición.

José Antonio Peñas dijo...

Bueno, eso es relativo: los cocodrilos son muy ruidosos. Y dado que tuve el privilegio de asistir a un polvo de tortugas gigantes de las galápagos, puedo aseverar que el macho, al menos, es un escandaloso.

HG dijo...

¿Cómo se supone que mataba el homoterio a sus presas? Yo siempre había pensado que los "dientes largos" eran poco menos que un desecho evolutivo, condenados a extinguirse por la hipertrofia de sus colmillos pero parece ser que de eso nada, que eran versátiles e inteligentes y que el más adaptable de todos era precisamente el homoterio. De hecho, de él he tomado mi apodo: Homoterio Gris.
Lo del cavernícola homosexual es de coña marinera.