Mujer iroqués

martes, 8 de marzo de 2011

TOCARSE (II) …de aquella manera…


Como ya comenté hace un tiempo, el placer del roce no tiene porqué estar directamente relacionado con el sexo, pero tampoco tiene porqué no estarlo. Es más, si hay un sentido que considero imprescindible para el buen follar, es el del tacto.

La caricia amigable, el roce casual, el ir de la manita… está muy bien pero no hay caricia como la que promete barrillo. Y, si es inesperada, mejor todavía. Hace unos meses estábamos mi chica y yo en un andén de la estación de Sol, con dos niños a nuestro cargo y rodeados de una multitud, cuando ella me dejó sin respiración metiéndo de forma sorpresiva su mano bajo mi pantalón y soltándome un buen apretón. Visto y no visto, pero lo alevoso del ataque y lo morboso de la situación me produjeron 1: una sólida e instantánea erección 2: un sonrojo digno de una novicia de clausura y 3: un subidón de temperatura que me dejó la piel ardiendo por un buen rato. Y todo con un sencillo y rápido movimiento de la mano ¡Qué no hará Ana Tamariz!

Dejémonos de escándalos públicos y vayamos a lo que nos ocupa, que es el arte del tocar. Arte que, dicho sea de paso, va mucho más allá de usar las manos.  Quiero decir, la caricia de las yemas de los dedos siempre es especial, pero el cuerpo está repleto de terminaciones nerviosas por todas partes, y dejarlas sin usar es un desperdicio inadmisible en estos tiempos de crisis (la de los 40), cuando toda ayuda debiera ser más que bienvenida.

Un pequeño inciso: ¿cuando van los desarrolladores de gadgets absurdos a comercializar un calentador de manos para juegos de cama? Una mano helada sobre tu picha, unos dedos gélidos sobre tu coño, son motivo más que suficiente para que la líbido se desvanezca. En casos de extrema urgencia suelo poner mis manos bajo el agua caliente, a la máxima temperatura soportable (que en mi caso es mucha) pero no deja de ser un apaño chapucero y desprovisto de glamour. ¿Tanto costaría complementar algún juguetito con una resistencia bajo la empuñadura? Yo lo dejo caer, por si pasa por aquí alguien del gabinete de diseño de Lulú.

Siempre que se mencionan los juegos preliminares se presuponen caricias manuales u orales, pero si no andamos con prisas (siempre desaconsejables) un prolongado y serpentino abrazo desnudo pone en contacto una gran superficie de piel, pecho con pecho, vientre con vientre. Es cálido, descansado y agradable ¿Porqué privarnos de algo así? Follar no es sólo cuestión de calentarse, también requiere relajación, y un tranquilo pas a deux calma los nervios y afina a maquinaria.

De acuerdo, eso sólo funciona con gente de espíritu reposado. Las almas inquietas como mi amiga V son incapaces de estar más allá de unos minutos sin ponerse a dar brincos y volatines, así que entiendo que en ocasiones hay que obviar el momento zen y pasar a caricias más activas. Yo, personalmente, soy un gran entusiasta de los recovecos, donde la piel suele ser muy sensible. Como la parte inferior de los pechos, donde nunca suele dar el sol, las axilas, la cara interior de los muslos… claro que a veces me despisto y se me va el santo al cielo jugueteando con el pezón o la areola, pero eso debe ser algún tipo de fijación freudiana sin importancia.

Tengo otra fijación: cuando desciendo por el cuerpo de mi pareja siempre me tomo mi tiempo al llegar a su vientre, enroscándome a su alrededor cual gatito en el cesto.  Se supone que la barriguita no es una zona especialmente libidinosa, pero para mí es un verdadero imán. Soy carne de psiquiatra: me enamoré de esa maravillosa redondez durante nuestro embarazo y no puedo (ni quiero) sacármela de la cabeza. La cubro de besos y la acaricio con las manos, con mis mejillas, con la lengua … porque, como dije, no todo es mano: la lengua y los labios son órganos táctiles de primera categoría.

Tampoco  pierdo la noción del tiempo cuando estoy a media altura: el perfume de mi chica pronto me embriaga, saca a la luz el marranete que  llevo dentro y me obliga con sus cantos de sirena a seguir camino abajo. Porque allí está el paraíso  del tacto.

No exagero: objetivamente el coño ofrece una  fantástica variedad de sensaciones táctiles. El jugueteo con el vello, acariciando y peinando el rizo. Las texturas de los labios, tan distintos los mayores de los menores, que ocultan la tersura de la pared anterior. La magia del clítoris, primero ligeramente rugoso, luego alisado al enervarse. Y la exploración del interior, dejando que los dedos descubran la humedad, el calor y la palpitación. Ahí sí que me eternizo, y no es raro que el polvo se dilate y se remate allí, porque no todo es meter.

Me entristece que en el porno presten tan poca atención  a la caricia. Sé que hay que amortizar el tiempo de grabación pero si una actriz puede tirarse doce minutos sacándole brillo al sable de su partenaire ¿No podría él dedicarle un ratito a sus labios vaginales?  Yo lo encuentro mucho más excitante que el vulgar metisaca, pero no debo ser un público mayoritario, me temo. Debería probar el porno por y para mujeres, a ver si me siento más identificado.

No quiero cerrar este tema sin  plantar mi bandera y protestar por una tendencia de lo más dañino. En los últimos años, los gurús del fashion le han declarado la guerra a los labios menores. Según dicen, son antiestéticos y obscenos, y una mujer glamourosa debería operarse para presentarse lisas y sin anormales excrecencias.  Eso me lleva a pensar que los citados gurús son pederastas mal encubiertos, porque una de las características de la madurez sexual es el desarrollo genital. Entiendo que una mujer que tenga unos labios anormalmente grande se sentirá incómoda y puede tener problemas de salud. En casos así es lógica una intervención quirúrgica, pero amputar una zona sensible por cuestiones de moda me parece aberrante.

Puede parecer un asunto trivial, pero es más grave de lo que parece. En Australia se ha aprobado una ley que considera que un desnudo es obsceno y censurable desde el momento en que muestra los labios menores, lo que ha disparado el negocio de los carniceros sin escrúpulos. ¿Es que esos legisladores no saben que en un coño normal, los labios menores siempre asoman, aunque sea ligeramente? y lo peor es que están logrando que algunas mujeres consideren que sus genitales son feos y anormales, como si no fuera bastante ya la presión de las tallas, de la edad o del tamaño de los pechos.

Dejemos el bisturí para castrar a esos impresentables. No hay dos cuerpos iguales, así que imponer modas es borrar la individualidad. No me gusta ponerme reivindicativo, pero cuando veo cosas así me sublevo y siento ganas de salir a la calle a protestar. ¡Ni un coño sin sus labios, ni un rostro sin historia, ni un polvo sin caricias!

¿Alguien se apunta a la mani?

8 comentarios:

Paranoica empedernida dijo...

¡Y ni una polla sin su prepucio!

Por dios, con lo amiga y defensora que soy yo del sexo oral, la única vez en mi vida que me he encontrado con un circuncidado me sentí fuera de lugar, pensando: y esto ¿cómo se come?

Nunca mejor dicho, en este caso.

Está claro que en este país, salvo algunos casos por motivos religiosos todavía no ha llegado la moda de circuncidar hombres por motivos estéticos como en EEUU (realidad que podemos observar a través de algunas series de TV, por ejemplo), pero dado que somos el primer país europeo en turismo estético, todo se andará.

Me uno a tu causa.

José Antonio Peñas dijo...

Calla, calla. Lo a gustico que está mi picha con su jersey de cuello alto. Supongo que con el tiempo me acostumbraría, pero la idea del roce continuo me da repelús.

Paty C. Marin dijo...

¡Hola!

He caído por casualidad en tu blog, para qué mentir ahora, buscando etimologías sobre el verbo follar. Me ha gustado la entrada que escribiste, pero como era muy tardía, no quería comentar y que pasara desapercibido. En fin, que espero pasarme con frecuencia por aquí porque me ha caído majo el blog.

De paso, te invito a visitar el mío y a quedarte si te gusta ;)

http://cuentosin.blogspot.com

¡Un saludo!

José Antonio Peñas dijo...

Gracias, Paty. Le he echado un ojo al primer relato y me ha parecido interesante. Los leeré con más detenimiento una de estas noches, y voy a imprimir alguno de los de tema vampírico para mi chica, que es muy aficionada al tema.

José Antonio Peñas dijo...

Y, por cierto, encantado de saludarte.

Elvira dijo...

Si es que cada vez nos quieren más deshumanizados. No basta solo con desindividualizarnos entre uniformes y modas, ahora tenemos que ser calcamonías. ¿Nadie sabe que la principal ventaja de la reproducción sexual es la diversidad genética?

Me apunto a castrar gurús... digo... a la mani, a la mani.


(El comentario anterior es mío, me he equivocado de cuenta, si me hicieras el favor de borrarlo completamente, te lo agradecería.)

procurador puente genil dijo...

mejor estar encapuchado, es mi opinion, pero para gustos los colores, lo importante es usarla, ajajaja

Paquicéfala dijo...

"Lo a gustico que está mi picha con su jersey de cuello alto."-XD Dí que sí.
A mí me parece aberrante todo este empeño en castrar a las mujeres. Lo que comentas... la talla, los pechos... Luego decimos de la circuncisión femenina en África, pero... ¿qué coño es esto de operar los labios menores?
¡Me apunto a la mani! ¡Reivindico mis labios -todos ellos-, mi vello, mis mollas, mi talla tetil! ¿Pero qué es esto? ¿Nos metemos con los musulmanes radicales porque las mujeres llevan velo, y nosotras las europeas nos acomplejamos por tener un cuerpo con medidas humanas? ¡Seamos sensatos/as!